Sanciones económicas, la larga historia de una estrategia decepcionante
La cadena de sanciones económicas que se inició contra el gobierno de Nicolás Maduro en 2015, cuando la administración de Barack Obama declaró a Venezuela como una «amenaza inusual y extraordinaria» ha gozado del aplauso y el abucheo de diversos sectores nacionales e internacionales.
La estrategia de forzar la salida del heredero de Hugo Chávez a través de un férreo torniquete económico (y judicial, que es un tema aparte) fue la línea de acción que compartieron el gobierno interino de Juan Guaidó y el presidente Donald Trump desde 2019 cuando arreció el conflicto político.
El gobierno estadounidense hizo entonces uso de una herramienta de presión que es objeto de estudio del libro The Economic Weapon, The rise of sanctions as a tool of modern war (Nicholas Mulder, 2022), quien la revisa desde una perspectiva histórica y en un acotado marco temporal (1914-1945), pero cuyas conclusiones tienen eco en la realidad actual.
«La historia de las sanciones es ampliamente una historia de decepción», es una de sus conclusiones en un texto que tiene un foco en las relaciones internacionales y que no menciona el caso de Venezuela por estar fuera de objeto de estudio, aunque no por ello deja de tener elementos relevantes para el debate.
El libro da cuenta de cómo Estados Unidos se transformó de un país anti-sanciones a uno pro-sanciones prácticamente obsesivo.
«Los formuladores de políticas en Washington han hecho suya esta poderosa arma y la han extendido a nuevos dominios. Los efectos significativos de las sanciones son innegables, así como su profundo impacto en la historia del sistema internacional en el siglo XX», apunta Mulder, quien es historiador y dicta clases en la Universidad de Cornell (Estados Unidos).
El libro ofrece un detallado estudio de «cómo surgieron las sanciones económicas en las tres décadas posteriores a la Primera Guerra Mundial y cómo se desarrollaron hasta su forma moderna». Resalta que esta «arma económica», como se le denominó a principios del siglo pasado «marcó el surgimiento de un enfoque distintivamente liberal de los conflictos mundiales, uno que está muy vivo y bien hoy en día».
La investigación de Mulder se suma a la amplísima literatura académica que existe sobre el tema y otra de sus conclusiones seguramente será cita obligada para quien quiera comentar el caso venezolano: «Su efectividad como medio para lograr el cambio político es limitada. La combinación de considerables efectos materiales y baja eficacia política plantea un desafío hoy en día, ya que las sanciones parecen dejar los conflictos en los que se utilizan en un costoso punto muerto en lugar de estar más cerca de la resolución».
¿Se encuentra Venezuela en ese «costoso punto muerto»? Con una economía todavía en ruinas (en medio de una crisis agravada por las sanciones) y el gobierno chavista consolidado en el poder, la conclusión de Mulder parece tener en el país una evidencia de respaldo.
«El ‘sancionismo’ de Estados Unidos ha sido moldeado por tres factores: su singular dominación militar, la inflexión ideológica de la política de la Guerra Fría y el papel de los mercados financieros de Estados Unidos en la economía mundial», escribe Mulder y la administración de Trump y su accionar hacia Venezuela para un buen ejemplo de ello.
La amenaza militar estuvo latente, al menos en el discurso; la idea de sacar a Maduro no tenía tanto su fundamento en su ideología de izquierda, sino en su talante antidemocrático; y por último, el poder financiero de EEUU permite hasta ahora frenar muchas de las transacciones internacionales del gobierno venezolano de facto.
Aunque el régimen chavista se las ha ingeniado para evadir las sanciones (con mucho esfuerzo), su exigencia en los fallidos intentos de negociación política con la oposición siempre ha sido el levantamiento de esas medidas. Incluso recientemente, el mismo Guiadó se mostró abierto a un “levantamiento progresivo” supeditado a retomar y avanzar en las conversaciones en México.
Todavía estamos muy cerca del fenómeno como para tener una visión completa de su efectividad, pero hasta lo que va de proceso, el caso de Venezuela parece ser una más de las decepciones que la historia ha demostrado sobre la efectividad de las sanciones para un cambio político.