Un estudio revela cómo Bolívar financió su campaña militar con redes privadas en Londres
La independencia que dirigió Simón Bolívar no solo se libró en los campos de batalla, sino también en las oficinas de comerciantes londinenses. Un reciente artículo académico —Financing a Revolution: The Impact of Bolívar’s British Networks in the Independence of Colombia, de Matthew Brown, Joanna Crow y Jonathan Lea (University of Bristol)— revela cómo el Libertador logró reunir armas, tropas y barcos gracias a una sofisticada red de financiamiento privada en el Reino Unido, ante la negativa del gobierno británico de involucrarse oficialmente.
De la penuria al crédito
Luis López Méndez, exiliado en Londres desde 1810, recibió en marzo de 1817 un poder extraordinario de Bolívar que lo autorizaba a firmar contratos en nombre de la República. Sin dinero ni respaldo oficial, en solo tres meses comenzaron a zarpar embarcaciones con artillería, voluntarios y suministros. Todo gracias al crédito otorgado por comerciantes británicos dispuestos a financiar la revolución.
El principal articulador fue William Walton, exmercader y periodista, quien invirtió inicialmente £400 para fletar el Two Friends, con 80 voluntarios. Walton cerró un acuerdo por £35.000 con William Graham, proveedor del Departamento de Artillería, para enviar cañones, pólvora y pertrechos. Otros actores clave fueron Peter y William Duncan Campbell, que reclutaron y armaron el 1er Batallón de Rifleros Venezolanos con fusiles Baker. La familia Hurry, Powles & Hurry, especialistas en corretaje marítimo, aportó barcos como el Emerald y gestionó envíos simultáneos de tropas y armas.
Soldados británicos en América
Las redes también reclutaron oficiales, suboficiales y tropas. La llamada “Legión Británica” desembarcó en 1818 con más de 1.000 hombres. Aunque Bolívar esperaba 4.000, estos soldados formaron parte crucial del ejército que cruzó los Andes y venció en Boyacá. La logística fue clave: los comerciantes organizaron embarques diferenciados, enviando los fusiles por Hamburgo y a los hombres por puertos británicos, para evitar la persecución bajo la Ley de Alistamiento Extranjero (Foreign Enlistment Act) que prohibía servir en guerras extranjeras.
Cómo se protegían los prestamistas
Los comerciantes aceptaron riesgos a cambio de promesas futuras. A bordo de cada buque viajaban “supercargos”, agentes comerciales que retenían la carga hasta asegurarse de que el pago sería garantizado por el gobierno patriota. Edward Campbell recibió un pagaré por £23.000, W.D. Campbell otro por £25.805 y John Ritchie uno por £36.099. En total, se diferieron pagos por £84.904, equivalentes a casi 10 millones de dólares actuales.
Para protegerse, los prestamistas contrataron seguros contra naufragios y ataques enemigos. Aunque el Indian y otros dos barcos naufragaron, ningún buque fue capturado por corsarios. Además, muchos contratos fueron validados por tribunales británicos, consolidando la legitimidad comercial de la joven república.
¿Pagaron los patriotas?
Después de la victoria en Boyacá en 1819, los comerciantes esperaban que se hicieran efectivos los pagos prometidos. Pero los fondos nunca llegaron. Para 1820, la situación era tensa: el vicepresidente Francisco Antonio Zea viajó a Londres con el objetivo de renegociar los compromisos adquiridos por López Méndez. Zea terminó reconociendo la deuda acumulada y pactó un nuevo crédito de £2 millones con las casas Herring, Graham y Powles. Ese préstamo no solo sirvió para consolidar la deuda previa, sino que también sentó las bases de una economía de deuda externa que marcaría a América Latina durante el siglo XIX.
La mayoría de los comerciantes no recuperó lo invertido en los primeros años. Como señalan los autores, “en el momento del triunfo militar, muchos acreedores descubrieron que sus contratos con la república eran más simbólicos que ejecutables”. Aunque hubo renegociaciones y pagos parciales en décadas posteriores, las obligaciones adquiridas en Londres entre 1817 y 1819 representaron una hipoteca política y financiera desde el nacimiento mismo de la república.
Deudores desde el primer día
La República nació endeudada. Ya en 1820, ante la presión de los acreedores, Zea debió buscar nuevo financiamiento para evitar un colapso de la confianza. El estudio concluye que la independencia fue posible gracias a la creación de una economía de guerra internacionalizada. “Las redes de confianza, crédito y riesgo conectaron a Londres con los Llanos venezolanos, dando forma comercial a la República antes de su consolidación territorial”, escriben Brown, Crow y Lea.