Irving Fisher y el misterio del dinero
Irving Fisher cambió la forma en que se ven los precios y el dinero. Este economista, estadístico e inventor, nacido el 27 de febrero de 1867, tenía en su cabeza una inquietud, tal vez la misma que muchos venezolanos en la actualidad: el misterio del dinero.
Fisher aseguraba que no se había estudiado lo suficiente y que en ese misterio estaba la razón “de muchos errores de cálculo y de muchos malentendidos” en la economía. Precisamente la desatención a la explicación que él encontró al tema del dinero es lo que tiene a Venezuela en un laberinto con paredes de errores de cálculo y lo que promueve los malentendidos entre la población que ve cómo los bolívares dejaron de tener valor.
Nos cuenta la escritora Sylvia Nasar, en su libro: La gran búsqueda (Debate-2012) que en el mundo donde Fisher se movía (entre finales del siglo XIX y principios del XX) “los ciudadanos no entendían que el valor de la moneda no era fijo y tendían a echar la culpa de las inflaciones o las deflaciones a algún chivo expiatorio, como los judíos, los extranjeros o los habitantes del este del país.”
Otra personalidad que se ocupó del tema muchos años después, Milton Friedman (Nobel de Economía 1976), consideraba a Fisher como “el más grande economista que haya dado Estados Unidos”. Su “ecuación de la teoría cuantitativa del dinero” permitió explicar gran parte del misterio que lo intrigaba.
El misterio explicado
La fórmula explica que el nivel de precios es igual a la masa monetaria por la velocidad a la que esta circula, dividido entre la producción. Por tanto, si la masa monetaria sube, pero la producción baja, el resultado es un alza de los precios.
“Irving Fisher fue el primero en comprender en qué medida afecta la moneda a la economía real y en argumentar que el estado podía gestionarla de otro modo para reforzar la estabilidad económica. Tras atribuir una única causa a problemas aparentemente opuestos como son la inflación y la deflación, Fisher concluyó que el estado tenía a su disposición un posible instrumento – el control de la oferta monetaria – para moderar o incluso evitar los estallidos inflacionarios o depresiones deflacionarias”, apunta Nasar.
Es decir, que el fenómeno al que se enfrenta Venezuela, ¿estaba explicado hace más de un siglo? Sí. Pero la lección no se había aprendido. Durante el siglo XX se produjeron, según la recopilación del economista Steve Hanke, 54 episodios de hiperinflación. En el siglo XXI ya el alza de los precios había dejado de ser un dolor de cabeza hasta que Zimbabue (2007) y Venezuela (2016 o 2017 depende de a quién se tome como referencia) reprobaron la prueba.
Fisher es más conocido por ser el creador de la ecuación que relaciona las tasas de interés nominales y reales en función de la inflación, la famosa ecuación Fisher. En los libros básicos de economía su nombre se encuentra muchas veces.
“Tuvo muchas aportaciones a la macroeconomía moderna, pero le faltó cerrar su modelo, la síntesis de la teoría monetaria con la teoría del valor y una teoría del desempleo persistente”, asegura Antonio Argandoña, economista y docente español que en 2014 recopiló los principales escritos de Fisher en un libro llamado Dinero, capital y crisis: escritos escogidos.
Su optimismo y el crac del 29
A pesar de la sombría época en que vivió, marcada por la I Guerra Mundial y la Gran Depresión, era un optimista empedernido. Luego de sobrevivir a la tuberculosis, toda una hazaña a principios del siglo pasado, este hombre se dedicó a la difusión científica, a escribir artículos de prensa y promover la meditación, así como al autocontrol mental.
“El optimismo no tiene que ver con si el mal existe o con qué podemos esperar del futuro. Un hombre puede creer que el mundo es ingrato y que la tierra acabará enfriándose y muriendo, que él mismo padecerá dolores y perderá amigos, honores y riquezas, y sin embargo ser optimista”, dijo en una carta a un amigo.
Su incursión en la bolsa será recordada como un fracaso pues a pesar de un buen comienzo, aseguraba a principios de octubre de 1929, que el mercado bursátil estadounidense “estaba en condiciones de llegar mucho más arriba en unos pocos meses”. Según reseña John Kenneth Galbraith en su libro El crac del 29 (1954) aquel otoño el profesor Irving Fisher de Yale dijo que «los precios de los valores han alcanzado lo que parece ser un nivel permanentemente alto».
Concluye Galbraith en su texto que «por suerte, se le recuerda por cosas mejores: sus aportaciones al estudio de los números índices, teoría económica y teoría monetaria».
Fisher es considerado uno de los pilares de la macroeconomía moderna, además de ser uno de los pioneros en los servicios de información financiera y creador de los números índice, que permitieron hacer seguimiento inicialmente a los precios de los productos en la economía.
Este artículo se publicó originalmente en Banca y Negocios el 27 de febrero de 2018 y se hicieron pequeños ajustes para esta actualización