Así fue el último año de vida de Steve Jobs
Steve Jobs tenía el presentimiento de que moriría joven. «Probablemente solo tengamos la oportunidad de hacer unas cuantas cosas que de verdad sean excepcionales y de hacerlas bien. Ninguno de nosotros tiene ni idea de cuánto vamos a estar aquí, y yo tampoco, pero tengo la sensación de que debo lograr muchas de esas cosas mientras todavía soy joven», comentó en 1983, mucho antes de padecer el cáncer que lo mató el 5 de octubre de 2011 a los 56 años.
La vida de Jobs fue intensa y su legado se mantiene en Apple, un empresa con una capitalización bursátil de dos billones de dólares y una de las líderes mundiales en el mercado de teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles.
En su último año de vida se mantuvo cercano a la empresa, trató de conectarse con su familia, sanar heridas y transmitir un mensaje a la siguiente generación de empresarios de Silicon Valley.
A principios de 2011 los médicos le notificaron a Jobs la presencia de nuevos tumores cancerígenos. Había perdido 20 kilos de peso y los dolores eran cada vez más constantes y fuertes. Los analgésicos le quitaban el apetito. Le habían extirpado parte del páncreas y le habían sustituido el hígado en 2004, por lo que su sistema digestivo no funcionaba a plenitud. Todo esto lo ponía en una débil condición para probar tratamientos más agresivos.
Decidió solicitar un permiso por razones médicas, así que en la práctica Tim Cook, actual CEO de Apple, lo sustituía en sus funciones, aunque seguía de cerca varios productos que desarrollaba la empresa.
Últimas apariciones y la nueva sede de Apple
El 2 de marzo de 2011 dirigió la presentación del iPad 2, una versión con muchas mejoras del aparato que había creado el mercado de las tabletas un año antes. Su aspecto demacrado y poco tiempo en el escenario causaron preocupación. Las acciones de la empresa cayeron ese día ante el temor de que el genio fundador estaba en sus últimos días y aún no se oficializaba una transición.
Dedicó mucho dinero en tener el mejor tratamiento posible contra el cáncer. En mayo, un equipo médico le presentó las alternativas y le dio esperanzas de que podría curarse. “Voy a ser el primero en morir de este tipo de cáncer o el último en morir de él”, dijo entonces.
Se empeñaba en seguir trabajando a pesar de los dolores que mitigaba con morfina y las frecuentes infecciones que lo llevaron a estar hospitalizado varias veces. Sin embargo, en junio dio el discurso inaugural de la Conferencia Mundial de Desarrolladores. Allí presentó iClod, el servicio de almacenamiento en la nube de Apple, que había concebido en 2008 y que se relanzaba luego del fracaso de MobileMe.
Al día siguiente del evento presentó al ayuntamiento de Cupertino, California, los planos y bocetos de lo que sería la nueva sede de Apple. “Creo que tenemos la oportunidad de construir el mejor edificio de oficinas del mundo”, dijo. Se refería la estructura circular de cuatro plantas, 300.000 metros cuadrados y capacidad para 12.000 personas donde hoy funciona la empresa, el Apple Park.
Jobs también dedicó tiempo para sanar algunas heridas del alma. Se reconcilió con su primera hija, Lisa, a quien negó cuando nació y prácticamente abandonó por 10 años. Su relación no era la mejor, pero una visita de ella a principios de 2011, sintió que le había ayudado a «asimilar muchas cosas pendientes que llevaba dentro».
Visitas de otros genios
Aunque en 2010 juró que acabaría con Android (el sistema operativo de Google), aceptó la visita de Larry Page, uno de sus fundadores. «Decide qué es lo que Google quiere ser cuando crezca”, le dijo. “Ahora mismo está en todas partes. ¿Cuáles son los cinco productos en los que quieres centrarte? Deshazte del resto, porque te están lastrando. Están convirtiéndose en Microsoft. Están llevándote a ofrecer productos que son adecuados, pero no geniales», fue su recomendación.
Durante sus últimos meses de vida también recibió la visita de quien fuera su archienemigo: Bill Gates. Charlaron sobre tecnología, educación y salud. “Éramos como dos ancianos de aquella industria echando la vista atrás”, dijo Jobs tras la reunión en su casa.
En julio de 2011 el cáncer se había extendido por el cuerpo y los huesos. Ya no podía seguir atendiendo cuestiones de trabajo. El 24 de agosto se presentó discretamente en la sede central de Apple usando una silla de ruedas para entregar su renuncia como CEO de la empresa y proponiendo como sucesor a Tim Cook.
El 5 de octubre falleció y tres días después fue el entierro, una discreta ceremonia donde participaron no más de 30 personas. Un evento más amplio se celebró el 17 de octubre con la presencia de celebridades y cientos de personas en la iglesia del campus de la Universidad de Stanford.
Texto basado en los libros Steve Jobs (2011) escrito por Walter Isaacson y El libro de Steve Jobs (2015) escrito por Brent Schlender y Rick Tetzeli. Se publicó inicialmente el 5 de octubre de 2018 en Banca y Negocios