El uso de la biotecnología en Venezuela serviría para duplicar la producción agrícola en dos años, según recoge un informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, basado en datos de organizaciones locales y monitoreo de comercio internacional.
«Una fuente de la asociación agrícola local informa que la producción nacional podría duplicarse en dos años si un marco regulatorio para la biotecnología agrícola permitiera el uso de semillas derivadas de la biotecnología», indica el documento publicado la semana pasada y donde se contrasta la prohibición de uso de materiales transgénicos con la libertad para importar estos productos.
El Departamento de Comercio estadounidense señala que Venezuela es un «un importante importador de soja, harina de soja, aceites y maíz derivados de la biotecnología», aunque el desarrollo de esta tecnología o el uso de semillas provenientes de ingeniería genética están prohibidos por ley desde 2015.
La cifras del informe provienen de Trade Monitor, una empresa de seguimiento de comercio exterior, e indican que en 2021 Venezuela importó 1.458.000 toneladas de cultivos modificados genéticamente, y entre enero y julio de 2022 la cifra iba por 1.100.000 toneladas.
Principales proveedores
El principal proveedor es Estados Unidos que abarca en 2022 el 67% de las mercancías comerciadas, especialmente maíz y harina de soya. Otros vendedores importantes son Argentina, que ya superó en 2022 lo facturado en 2021 y Brasil. En tanto, México desapareció del mapa este año, tras reportar 14% del mercado el año previo.
La Ley de Semillas, promulgada en 2015 bajo el gobierno de Nicolás Maduro, prohíbe el desarrollo de la tecnología que permite modificar genéticamente cualquier cultivo en el país, pero no existe limitación para la importación del producto, por lo que este ingresa libremente. Además, las empresas que utilizan esta materia prima no tienen la obligación de informarlo en los empaques como ocurre en otras naciones.